RESUMEN
En este trabajo Juan Iñigo Carrera observa que la afirmación del capital como sujeto concreto que rige la vida social encierra dos problemas. Primero, uno metodológico: la contradicción inaceptable para la representación lógica de que un objeto inanimado, producto de la libre actividad humana, pueda ser el sujeto que organiza dicha actividad. Segundo, uno político: si el capital es el sujeto que rige todo movimiento de la vida social, cómo puede tener la clase obrera la necesidad de determinarse como el sujeto revolucionario capaz de aniquilarlo. Según este autor, la respuesta parte del desarrollo de la determinación más simple de la vida humana como proceso de metabolismo con el medio sostenido en el trabajo social; base material sobre la que el ser humano se produce genéricamente como sujeto histórico. De acuerdo con Iñigo Carrera, el modo de producción capitalista es la forma históricamente específica del desarrollo de las fuerzas productivas del trabajo social mediante la objetivación de la relación social general como capital. El capital pone en marcha el trabajo social como un proceso automático cuya finalidad inmediata es la reproducción ampliada de la propia relación social general objetivada. En consecuencia, el capital enfrenta a los sujetos humanos que lo producen como si fuera el sujeto concreto del proceso de vida social enajenada en él. Al sustituir la dependencia personal por el vínculo social cosificado, la enajenación en el capital determina a los individuos como libres; de modo que su conciencia y voluntad libres son la forma que toma su conciencia y voluntad enajenadas como personificaciones del capital. La forma propiamente capitalista de desarrollar las fuerzas productivas, sostiene este autor, reside en la socialización del trabajo privado. De ahí la contradicción absoluta del modo de producción capitalista, forma históricamente específica con que la subjetividad genéricamente humana se desarrolla transformando las fuerzas productivas del trabajo libre individual en fuerzas productivas del trabajo social organizado por el propio obrero colectivo que lo realiza, bajo la forma contradictoria del trabajo privado. El producto del trabajo de la clase obrera toma crecientemente la forma material del desarrollo de la capacidad para organizar científicamente la producción social, mientras que su forma social de plusvalía sigue enfrentando a la clase obrera como una potencia enajenada que escapa a su control objetivo. Esta contradicción está portada, de acuerdo con Iñigo Carrera, en el método mismo de la representación lógica con que la clase obrera produce su conciencia científica como personificación inmediata del capital. Ese método niega el movimiento de la subjetividad histórica genéricamente humana, concibiéndolo como una determinación exterior a él mismo. Sin embargo, el desarrollo de las fuerzas productivas sociales, puestas privadamente en acción, avanza en su contradicción absoluta hacia la organización general del trabajo como una potencia directamente social. Según Iñigo Carrera, la superación de esa contradicción absoluta toma necesariamente la forma material de una revolución social en que la clase obrera realiza su propio fin. Se trata de la superación del modo de producción capitalista en la organización consciente general de la vida social por los individuos libremente asociados. La organización de este desarrollo de las fuerzas productivas toma necesariamente forma política en la producción por la clase obrera de su subjetividad revolucionaria mediante un método científico que le permita reconocer, en la enajenación, la sustancia histórica de la libertad. Tal es, afirma el autor, el camino abierto por Marx.
PALABRAS CLAVE: Libertad; Enajenación; Subjetividad revolucionaria; Método científico