Iñigo Carrera, J. (2007d). El fetichismo de la mercancía bajo su forma de «teoría de la crisis del trabajo abstracto». Presented at Tercer Coloquio Internacional de Teoría Crítica y Marxismo Occidental “La crisis del trabajo abstracto”, Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires – Revista Herramienta – Instituto Argentino para el Desarrollo Económico.

ABSTRACT

En El Capital Marx da el nombre de trabajo abstracto al gasto fisiológico de cuerpo humano aplicado a producir valores de uso, cualquiera sea su tipo. Se trata, por lo tanto, de una Condición natural para la vida humana cualquiera sea la modalidad social que rija a ésta. Pero, cuando se lo realiza de manera privada e independiente -esto es, en una sociedad donde el productor está libre de dependencia personal por tener el control pleno sobre su trabajo individual, pero carece de todo control sobre las potencias sociales de su trabajo- la materialidad del trabajo abstracto materializada en su producto se representa como el atributo puramente social de éste, a través del cual se asigna la fuerza de trabajo total de la sociedad a los distintos trabajos útiles concretos. Esto es, porque se lo realiza de manera privada e independiente, el trabajo abstracto socialmente necesario materializado se representa como el atributo social que tiene su producto para relacionar socialmente a su productor a través del cambio, o sea, como el valor de su producto específicamente determinado como mercancía. En el momento en que el productor de mercancías ejerce el control sobre su proceso individual de trabajo propio del individuo libre, debe someter su conciencia y voluntad a las potencias sociales encarnadas en el producto de su trabajo. Debe someterlas a la producción de ese atributo social ajeno a su persona, el valor. De modo que su conciencia y voluntad libres son las portadoras de su conciencia y voluntad enajenadas en la mercancía. Y esta enajenación lo hace enfrentarse a las potencias sociales de su producto como si fueran un atributo natural de éste y, en consecuencia, a la propia conciencia libre portadora de la enajenación como si fuera una conciencia abstractamente libre. Tal el fetichismo de la mercancía. Marx señala explícitamente que el fetichismo de la mercancía no nace del carácter abstracto del trabajo representado en el valor, sino de la realización del trabajo social de manera privada. O sea, que la determinación históricamente específica de la mercancía reside en la forma de privado con que se realiza el trabajo social. De modo contrapuesto, en una confluencia que hermana a Rubin con Stalin y se prolonga al marxismo «abierto», al marxismo autonomista y que llega a este Coloquio en la voz de Holloway y su «crisis del trabajo abstracto», se ha tornado un lugar común entre los marxistas sostener, y más aún atribuir a Marx, que lo específico de la mercancía, y luego lo determinante del fetichismo, es el carácter de abstracto del trabajo que la produce. Esta inversión ideológica naturaliza la conciencia libre, abstrayéndola de su determinación como forma concreta de la conciencia enajenada. Pero este es apenas el primer paso. La sustitución de la forma de privado del trabajo social por una condición de «abstracto» como determinante de la especificidad histórica del trabajo productor de mercancías vacía al modo de producción capitalista de su especificidad histórica. Esto es, lo vacía de su determinación como forma necesaria del desarrollo de las potencias productivas del trabajo libre individual en potencias productivas del trabajo inmediatamente social conscientemente organizado por el propio obrero colectivo, realizado a través del desarrollo de la contradicción inmanente a la organización privada del trabajo social. Por lo tanto, vacía a la clase obrera de sus propias potencias históricas específicas. Con lo cual despoja al carácter revolucionario inherente a estas potencias de su base material, rebajando su necesidad a una abstracta voluntad de realizar una no menos abstracta libertad natural, la teoría de «la crisis del trabajo abstracto» va todavía más lejos. La centralización del capital como propiedad directamente social, o sea, como propiedad del estado, es la forma más potente de la socialización del trabajo privado. Mediante esta centralización, la clase obrera toma en sus manos su propia relación social enajenada. Por lo tanto, su realización es la forma concreta general de la acción política en que la clase obrera expresa sus intereses históricos como sujeto revolucionario. Es por eso que, en su papel ideológico como expresión del fetichismo de la mercancía, la teoría en cuestión no puede contentarse con borrar la especificidad histórica del modo de producción capitalista poniendo al trabajo abstracto en el lugar del trabajo privado. Sigue adelante proclamando como quintaesencia de la acción revolucionaria superadora del modo de producción capitalista a la abominación y el horror por la acción política de la clase obrera orientada a tomar el poder del estado. De este modo, las formas de acción política en que se refleja la impotencia circunstancial de la clase obrera para ejercer la representación política general del capital social que valoriza con su plustrabajo, y por lo tanto, su impotencia circunstancial para avanzar tomando directamente en sus manos su propia relación social general enajenada, quedan ideológicamente invertidas como si fueran un salto adelante en el proceso de superación de la enajenación. Esta teoría crítica se muestra así en la plenitud de su propia razón de existir. No sólo borra la especificidad histórica de las potencias revolucionarias de la clase obrera, sino que directamente pretende convencer a ésta de que lo verdaderamente revolucionario es tomar el camino opuesto a la realización de las mismas y, por lo tanto, el camino de su derrota histórica. Por eso, no es de extrañar que acabe contraponiendo, a la necesidad de la organización política consciente de la clase obrera, el festejo posmoderno de la negación de la acción que conoce su propia necesidad. Allí donde la clase obrera necesita enfrentar el complejo proceso de desarrollar una conciencia objetiva respecto de su propia determinación como sujeto revolucionario, la «teoría crítica» prisionera del fetichismo de la mercancía no sabe sino reivindicar la «liberación respecto del saber» (Holloway), la «simplicidad» y la «inocencia» (Negri y Hardt), es decir, la ignorancia y la irracionalidad.

KEYWORDS: Fetichismo; Marx; Mercancía; Open Marxism; Trabajo abstracto

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